Vida

En la Pérdida

May 23, 2020

Hace diez días perdí a una mujer ejemplar, excepcional, mi abuela con cariño llamada Güelita. Mujer experimentada en sufrimiento indescriptible desde su niñez. Una campesina hermosa en su temple y conducta ante Dios y los hombres. Ella conoció a Cristo cuando tenía 54 años y mi abuelo, su esposo, Raúl Grullón tenia 75. Ni los años de diferencia ni las dificultades de la vida ni las terribles interpretaciones teológicas de una iglesia que los amaba y que en consecuencia los puso a sufrir, pudo con el creciente amor por Cristo y los demás que la caracterizó hasta el día de su muerte.

Ayer perdimos a mi suegro, a quién de cariño todos los conocían como el Abuelo. Un hombre excepcional, del cual sus clientes de Hornos Urrea, aún hoy publican palabras en medios sociales para honrar el ejemplo de pasión, innovación, ingenuidad y calidad humana de mi suegro. Ya no hacen hombres así. Pero gracias a Dios el crió uno igual que él, caracterizado por su bondad a quién hoy llamo mi esposo. Y con el amado de mi corazón, y gracias al roble que el abuelo representó aun para la familia extendida, he heredado toda una familia de la cual ahora soy parte. En menos de dos semanas siento una tristeza porque he perdido dos abuelos.

Han sido dos grandes pérdidas para este corazón finito que late dentro de mí. Es una falacia pensar que las mujeres fuertes podemos aguantar dolor. Las mujeres fuertes atravesamos y dejamos ser atravesadas por el dolor sin olvidar el propósito que nos llama a seguir más adelante. Algo más importante que nosotras mismas. Lo que nos capacita, e impulsa a continuar amando, abrazando y diciendo adiós es que no se trata de nosotros.

La vida, la familia y cualquier cosa que valga la pena de este lado de la eternidad, cobran sentido cuando recordamos que son cosas no creadas para nosotros sino nosotros creados para ellas como propósito. Y un propósito último de todo ser humano sea que lo reconozcamos o no, es que Dios es glorificado con cada vida independientemente de su productividad o logros porque Dios no es impresionado por estas cosas. Hasta el último aliento de vida, todo el que la tiene, carga el propósito de glorificar a Dios, siendo fiel y cumpliendo el propósito personal que Dios mismo ha diseñado para cada uno. Por eso seguimos adelante, con los ojos puestos en El.

Hebreos 12:1-2 dice: Por lo tanto, ya que estamos rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante. Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe.[a] Debido al gozo[b] que le esperaba, Jesús soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que esta representaba. Ahora está sentado en el lugar de honor, junto al trono de Dios. (NTV)

Dios está en la pérdida. Con sus hijos. Es una esperanza real a la cual se puede aferrar todo el que clama a su nombre. Dios se place en llamarse Consolador. El consuela al que sufre aún cuando ese sufrimiento es necesario y temporal. La muerte es parte de la vida de este lado de la eternidad pero es nuestro enemigo. Pero aún nuestros enemigos Dios usa para sus propósito.carolyn-v-bIwFwR2fSsA-unsplash 

Dios es dador pero también es quien quita la vida. Él es quién tiene la última palabra en ese sentido. Él es quién también puede y ha tomado todo un plan de redención para que el enemigo de la muerte sea destruido de una vez y para siempre. Y Él es quién está en la pérdida porque es quien la convierte en ganancia de una vida eterna, la cual a los que estamos en Él , representa la mayor ganancia: ÉL.

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